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    RUTA MTB

    Hoyo de Manzanares

    Día: 26/2/12
    Lugar: Torrelodones
    Paseo de Joaquin Ruiz Gimenez

    Hora: 08:45
    Distancia: 36 kms
    Desnivel: 750 m
    Indice IBP: 81
    Nivel físico: Medio
    Nivel técnico: medio

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    De paseo por el sureste

    10 de diciembre de 2012


    Crónica de JuanCar
    Este fin de semana hemos cambiado radicalmente de zona. Por una vez hemos abandonado nuestras rutas serranas o casi serranas, para ir al este de Madrid, tan cercano como desconocido para la mayoría de nosotros. Quizá no sea una zona tan bonita y con paisajes tan impresionantes como los de la sierra, pero el secarral también tiene su encanto sobre todo si lo visitamos cuando la temperatura no es elevada. Y es que perderse en verano por esta zona debe ser, cuando menos, agobiante. La propuesta de ruta empezaba en Mejorada del Campo, pasaba por Loeches y tras acercarnos por los cerros cercanos a Torres de la Alameda, volver de nuevo a Loeches para cerrar un primer bucle y volver de nuevo a Mejorada pero pasando por Velilla de San Antonio y las lagunas del río Jarama tan cercanas a los cortados.
    Eran las 8:36 de la mañana cuando los vicalvareños aparcábamos ya en la explanada del recinto ferial de Mejorada del Campo. A los pocos minutos se iban incorporando compañeros hasta completar los 13 asistentes que fuimos al final. Lástima que se nos cayeron de la lista algunos compis como Charco, Rai y Mariaje y Álvaro, éste último por culpa de una molesta ciática. El caso es que a las 9:00 de la mañana ya estábamos prácticamente listos los 13 de la partida: Jesús (Terminal), Ángel (Arrojo), Rafa (RaFaRu), Efrén (Diabolik), Manuel (Manuelsunn), Rodrigo (Glabre), Rubén (Karpov), Jesús (Agila), Javi (Jablan), Alfonso (Foxi), Alberto (Peke), Fernando (FZarcero) y yo, Juan Carlos (JuanCar). Además, contamos con la visita de Valentín (Valiente), que se acercó a saludarnos ya que nuestro punto de partida coincidía con el del Comando Lechuzos para la jornada de ayer. Ayer también era un día de celebración: nuestro querido Rafa (RaFaRu) estrenaba su flamanta “búfala negra”, una Focus Raven de 29” que sinceramente es preciosa y que a él le queda como anillo al dedo. Tío, desde aquí te deseamos que la disfrutes con muchísima salud y que te diviertas todo lo que puedas encima de ella, aunque no nos cabe duda de que lo harás.
    Así pues, venciendo la bajísima temperatura, y buscando el sol como los caracoles, iniciamos la marcha hacia nuestro primer objetivo del día: llegar hasta Loeches. No hicimos más que salir de la explanada del recinto ferial dirección al cementerio, cuando al volver la tapia Jablan nos advirtió que ya había pinchado. En realidad más que un pinchazo fue un reventón ya que la cámara estaba rajada: quizá una piedra mal pisada provocó ese extraño pinchazo tan pronto, y es que aún no habíamos recorrido ni un solo kilómetro. Una vez reparada la rueda, reiniciamos la marcha para enseguida cruzar el puente de lo que en teoría es la autovía M-203 y que yo he dado en llamar “la autovía fantasma” ya que no circula ni un solo vehículo por ella. Tras atravesar el puente, el camino que transitamos circula paralelo a la autovía y se va elevando poco a poco tal cual el falso llano que es, y que a los que odiamos empezar así se nos hace bastante duro y a los que van sobrados les invita a tirar y tirar hasta dejarnos a los más retrasados a más de 500 metros de distancia. Tras unos pocos kilómetros por éste camino, nos desviamos a la derecha para disfrutar una pequeña bajadita hacia lo que nuestro guía ayer (Rubén – Karpov), llamó “el secarral del Velilla”, y es que no ver un solo árbol en todo el llano, hace pensar cómo debe ser ese lugar en pleno mes de Julio y Agosto. De todas formas la temperatura el domingo era fresca, muy fresca, lo que contribuía a que el suelo estuviera totalmente congelado. Y no es que hubiera indicios de barro, pero esta temperatura tan baja desmontaba toda posibilidad de que nos encontráramos barro en el camino, ¡¡y menos mal!!, porque este terreno mojado debe ser un auténtico suplicio: barro botijero en toda la regla. Así pues, por el camino que atravesaba el “secarral velillense”, circulamos unos cuantos cientos de metros antes de tomar un desvío a la derecha que iniciaba una nueva subida que aunque con un desnivel prácticamente inapreciable, es de esas que no te das cuenta, vas más rápido de lo que puedes mantener, y en un rato acabas fundido de verdad.
    El camino en cuestión desemboca en la carretera M-217 que atraviesa el pueblo de Loeches. Una vez en la carretera, tuvimos de nuevo que detenernos: la rueda trasera del tractor de Karpov (y no es de color amarillo), perdía aire. Afortunadamente el tubeless hizo correctamente su trabajo y tras darle un poco de aire pudimos continuar nuestra marcha no sin antes indicarle a un camionero un tanto despistado (portugués para más señas), donde se encontraba el polígono industrial. A estas alturas de la mañana el sol, afortunadamente, empezaba a calentar tímidamente, y con él también empezaban a calentarse los chascarrillos manchegos que nos amenizan cada jornada. Y es que llevar a Rubén en las rutas y además de guía, es garantía de al menos no aburrirse..¡¡qué crack eres jodío!!. Así pues, circulando por la carretera y atravesando la localidad de Loeches, llegamos al punto en el que emprendíamos la marcha hacia nuestro segundo objetivo del día: subir la cuesta de las cadenas también conocido con el sobrenombre de Torres Duro o Mortirolo del Este. Yo distinguiría en la subida (tal y como nos dijo Rubén) dos partes bien diferenciadas: una primera bastante tendida, con un desnivel muy asequible, y una segunda que va, poco a poco endureciéndose hasta acabar con una rampa al 14% que hace que si no te has dosificado lo suficiente, puedas sufrir más de lo normal. Yo, por mi parte, me lo tomé con muchísima tranquilidad, y junto con Javi, fuimos cerrando el grupo y viendo como muchos bikers de otros grupos nos adelantaban sin remisión. Llegar a lo alto del cerro y ver allí a todos los compañeros con cara sonriente y todos preguntando qué tal vas, es una satisfacción fuera de lo común. Y mira que a veces los retrasados somos lentos y hacemos esperar, pero jamás he visto una cara de desagrado, cosa que desde aquí os agradezco infinito y que es una de las cosas por las que me gusta ir con vosotros a cualquier ruta sea de la dureza que sea. En fin, que una vez subido el Mortirolo, nos disponíamos a cumplir el siguiente objetivo del día: bajar una trialera que sin solución de continuidad nos dejaba en la parte baja de una segunda trialera, esta vez de subida que nos llevaría hasta el mirador.
    La primera trialera de bajada se me hizo bastante corta. No es una bajada técnica, simplemente requiere un cierto cuidado con un par de roderas de bastante profundidad y con las piedras sueltas del tamaño de un puño que están desperdigadas por toda la extensión de la bajada. El caso es que con tiento, cuidado y buen ojo, todos acabamos bajándola sin más consecuencias. Unos se divirtieron más que otros, y los más pedroleros estoy seguro que pensaron que la trialera no debería siquiera tener tal nombre; pero a mi personalmente me pareció muy divertida. Tras la trialera de bajada, la trialera de subida. Ésta sí ya fue otro cantar. Una trialera técnica, con rampas, cambios de dirección, matorrales, piedras y alguna que otra raíz y en ciertos tramos bastante inclinación. No sé cómo subieron los que iban delante, pero sí vi como subíamos los que íbamos detrás: algunos se la patearon prácticamente en su totalidad, otros aprovechaban las partes lisas y más llanas para pasar sobre la bici, y otros, como yo, pusimos el pié en tierra en un par de ocasiones e hicimos “empujabike” en tan sólo una decena de metros. Supongo que los de adelante, más potentes y técnicos se la subieron totalmente porque difícil, lo que es difícil no lo vi yo. Supongo que conociéndola se puede subir perfectamente llegando con bastantes fuerzas. A mí, desde luego me pareció preciosa y me divirtió muchísimo.
    Tras la reagrupación en lo alto del cerro, enfilamos en dirección al mirador. La verdad es que las vistas desde allí son muy chulas: toda la llanura hasta el Cerro de El Viso, el Gurugú, y más cerca, el pueblo de Torres de la Alameda y Loeches. Aprovechamos el descanso para comer algo y hacer la foto de grupo y siempre entre bromas, chistes y chascarrillos. Una vez cumplido el objetivo del mirador, nos tocaba bajar por una nueva trialera que ya divisamos desde el mirador y volver a Mejorada vía Velilla por las Lagunas. La bajada de la trialera o “trialeraca” como le gusta a Jesús llamarla es espectacular. Aunque tiene bastante pendiente, es fácil, aunque supongo que en otras épocas del año en que el terreno esté más seco o embarrado, puede llegar a ser bastante peligrosa. Desde mi punto de vista tiene también tres tramos. Uno inicial con una pendiente muy acusada pero bastante liso y sin roderas que permite llevar la dirección bastante estable. Un segundo tramo un poco más técnico con unas pocas piedras bien asentadas pero sin tanto desnivel, y un tercer tramo que corresponde simplemente a un talud de unos 20-25 metros con un desnivel muy aceptable pero que si dejas correr la bici te lo pasas pipa porque no tiene una salida difícil, sino todo lo contrario, termina en un camino donde coges bastante velocidad.
    Desde este punto, ya sólo nos quedaba pistear hasta casi la entrada de Torres de la Alameda, y desde allí hasta Loeches. Todo ese tramo es bastante rompepiernas. Continuas bajadas y subidas y, como quieres hacerlas a toda velocidad, acaban fundiéndote, al menos a mí. De nuevo nos reagrupamos en la entrada de Loeches para que, juntos, acabáramos de cerrar el bucle más pequeño de la ruta y termináramos por callejear por la localidad hacia nuestro siguiente destino: salir de Loeches hacia Velilla de San Antonio. Desde la salida de Loeches hasta Velilla el camino es totalmente de bajada. No tiene una pendiente acusada, pero si para poner plato grande y piñón pequeño para alcanzar con facilidad los 30-33 km/h sin apenas esfuerzo. Así, a toda velocidad llegamos a la altura de la depuradora de Velilla. La zona que viene a continuación me recuerda a mis principios con la bici: ¡¡la de veces que habré rodeado yo las lagunas de Velilla en aquellos días!!. El caso es que ayer tampoco nos paramos demasiado tiempo a contemplarlas. Las ganas de llegar, lo llano del terreno y la buena conversación nos tenían más centrados que las lagunas o el río en sí.
    A mitad del camino de las lagunas nos dejó nuestro guía Rubén, tal y como dice RaFaRu, “El José Mota de Velilla”, momento en que aprovechamos para llamar a nuestro maestro Marek para decirle que en breve estaríamos en el punto de llegada. En menos de media hora, y tras acabar por las pistas de los sembrados de Mejorada y atravesando la localidad, llegamos finalmente a nuestro punto de final. Allí, junto con Javi-Marek, estaba también Javi Villalba. Los compañeros se fueron despidiendo, y los que pudimos, ocho en total, nos quedamos a disfrutar de un par de rondas de cervecita en el bar “La Parada”. Allí pudimos degustar un par de mini racioncictas de “langostino de tierra” (RaFaRu dixit) para cerrar el agujero en el estómago que ya iba dejando el hambre. Así pues, y de nuevo, una magnífica mañana que empezó fría, casi helada, y que el sol se encargó de ir arreglando. Bueno, el sol y lo divertido de la ruta en una zona muy poco explorada por la mayoría y que estoy seguro que no nos dejó indiferente a ninguno. Fotos de Jesus Fotos de RaFaRu Fotos de Ruben Fotos de JuanCar

    Senda del Arcipreste

    13 de octubre de 2012


    Cronica escrita por Juan Cardido: Por fin una ruta en la que no tenemos que lamentar caída alguna de consideración. Si tuviéramos que resumir la mañana de hoy en una sola frase, diríamos algo así como: “tranquilidad absoluta”. Y es que lo que debería ser lo más habitual, se ha convertido en lo extraordinario, y bendito sea lo extraordinario que nos deja días como hoy de disfrute casi total, aunque alguna cosita si que ha habido.
    La lista de apuntados el martes ya prometía una ruta de nuevo bastante concurrida. Lo que en un principio iba a ser una ruta de 14 o 15 bikers, se ha convertido al final en una concurrida reunión de 21 amigos y amigas. A las 8:30 de la mañana ya estábamos casi todos, y a eso de las 8:45 ya no faltaba nadie. Nos sorprendió la asistencia de Toñi y Rebekop, de Pachi y de Amador que sorpresivamente se presentaron en el punto de salida en Cercedilla.
    Así pues, éramos de la partida los cinco bicivoladores asistentes: Charco, Golden, Diabolik, Davygon y Kiko, los cuatro mencionados anteriormente (Toñi, Rebekop, Pachi y Amador), y Arrojo, Marek, Pablo, Nacho, Jesús, NRain, Mariaje, Karpov, LCPRIM, JoseMMolina, Sergio (y1polla, que nos esperó en la Fuenfría) y yo mismo (Juancar). La verdad es que nos estamos acostumbrando a estas rutas tan concurridas. No hay convocatoria a la que no acudan un montón de amigos de varios grupos del MTB de Madrid, y además, de lo más selecto. Si la semana pasada en el Tres Provincias éramos un grupo heterogéneo en el que destacaban los SMS, hoy la palma se la han llevado nuestros amigos los bicivoladores. A las 8:50 nos poníamos todos en marcha destacando ya desde el primer metro los bicivoladores, que cogieron la cabeza que no soltaron en toda la ruta. El primer rampón desde la mismísima salida ya nos hizo a más de uno sacar la lengua y subir resoplando en los primeros 200 metros hasta coger el Puricelli.
    A diferencia de las últimas veces que hemos hecho o pretendido hacer esta ruta, esta vez salimos desde Cercedilla en vez de desde Los Molinos, y todo porque algunos pretendíamos evitar los primeros 2 km de la subida hacia los campamentos desde Los Molinos. A cambio había que tirar calle arriba hasta enlazar con el Puricelli. A mi personalmente el Puricelli es un camino que me encanta. Además hoy, con la humedad de las lluvias recientes y los primeros minutos de sol, olía fenomenal, el terreno estaba perfecto y la temperatura, aunque fresca, era ideal para esas primeras rampas de subida a la Fuenfría.
    Enseguida perdimos de vista a los bicivoladores; mientras tanto los demás nos íbamos dispersando por el camino de subida. La primera reagrupación la hicimos después de las dos rampas de subida del Puricelli, que la mayoría, unos descansando entre la primera y la segunda y otros del tirón, la hicimos montados en la bici. Tras recobrar el resuello, reiniciamos la subida a la Fuenfría por la archiconocida pista que va hacia Las Dehesas y que pista de la República hacia arriba llega hasta lo más alto del puerto. De nuevo los bicivoladores salieron escopetados en cabeza, mientras los demás de nuevo nos dispersábamos en la subida. Hoy el primer tramo, hasta el rampón asfaltado que llega al cruce con la via XXIV se me ha hecho muy llevadero. La culpa la ha tenido “el hijo secreto de Marek”, que de secreto ya tiene poco, y como digno sucesor de él (como a él mismo le gusta llamarse), no ha parado de cascar y soltar chascarrillos que nos han hecho a Pablo y a mi la subida mucho más amena. Pero cuando han llegado las rampas mas empinadas, nuestro amigo Karpov nos ha abandonado y ha ido a buscar la cabeza de pelotón a seguir con sus chistes y su maravilloso buen humor.
    Mientras tanto, por detrás, el genuino Marek llevaba puesta la radio que hacía a su vez más llevadera la subida de Nacho y Mariaje. De flipar ha sido ver cómo adelantábamos a Golden y Charco mientras reparaban la rueda trasera de JC, y cómo en menos de un santiamén nos pasaban como dos auténticos pros, y que viéndoles a los dos se queda uno flipado de cómo van encima de la bici...¡¡qué cracks!!. La subida hasta el mirador de los poetas, como siempre, la hemos hecho cada uno a nuestro ritmo. Aún recuerdo lo mucho que flipé en ese mirador la primera vez que llegué en bici hasta allí. Ahora, habiendo subido unas seis veces en un año, pasamos por allí como si se tratara del pasillo de nuestra casa. Tras la reagrupación correspondiente y después de que el último recuperara el resuello, retomamos nuestro camino hacia el alto de la Fuenfría, que desde el mirador se adivinaba con una buena capota de nubes que según nos ha contado Sergio, venían de una niebla intensa del lado segoviano.
    De igual manera, y cada uno a su ritmo, hemos llegado al mirador de la Reina, donde esta vez hemos podido observar una panorámica preciosa. Me ha gustado mucho parar hoy allí, he podido hablar con muchos de los compañeros de ruta, disfrutar de las vistas y gozar con el excelente buen rollo que se respiraba en ese momento. Si bien hemos pasado como una exhalación por el mirador y por los relojes de sol, en el mirador de la reina hemos estado un buen ratito que a mi personalmente me ha encantado. Sin pausa, hemos continuado hasta la cima del puerto de la Fuenfría. Esta vez no hemos parado allí. ¡¡Qué maravilla llegar hasta ahí arriba sin una sola incidencia!!. Como digo, sin parar, hemos continuado por la pista de la Marichiva disfrutando de buena conversación y de unos paisajes alucinantes. La siguiente reagrupación la hemos hecho en el desvío de la pista de la Marichiva, justo en el lugar en el que empieza la bajada que conduce a la pista del Río Moros. Y esta parada ha sido bastante larga: mucha charleta, mucha broma, Karpov repartiendo chascarrillos a diestro y siniestro, momento barrita, foto de grupo…y a seguir!!!.
    Desde aquí, los más atrevidos (incluso osados), han tirado por los senderitos de fuera de pista, mientras que los menos atrevidos (o más comedidos), hemos bajado por la pista que ya de por si tiene una inclinación bastante respetable. Algunos (verdad Ángel?), la han disfrutado de lo lindo, otros, por culpa de los últimos avatares la hemos sufrido más de normal, pero en general todos hemos bajado con una buena sonrisa en la cara. A la salida de la pista, y ya en la carretera del Río Moros, hemos vuelto a agruparnos con los osados de los senderitos. Justo cuando íbamos a iniciar la marcha, hemos echado de menos a Santi. La verdad es que nos hemos quedado un poco chafados cuando hemos visto que se había caído en el sendero y que no nos habíamos percatado de que no había llegado hasta un rato después en el que, todo sea dicho de paso, varios de nosotros ya nos habíamos dado la vuelta para ir a buscarle. Afortunadamente todo ha quedado en unos pocos rasguños y algún encontronazo con el manillar…¡¡menos mal que la maldición no ha podido hoy con nosotros!!.
    La bajada por la pista del Río Moros es rápida y no demasiado complicada, aunque la gravilla suelta a veces hacía que extremáramos las precauciones. Eso sí, más de uno ha echado de menos el culotte largo, y es que del lado segoviano el fresco era más bien frío. Un pequeño problema de Diabolik con su tija pija, y otro también pequeño de la rueda mal talonada de la bici de Charco han sido las únicas incidencias dignas de mención en la pista del Río Moros. Una vez pasada la puerta de acceso a la pista del Río Moros, enseguida enfilamos la senda del Arcipreste de Hita. Lo cierto es que el camino inicial de la Senda es precioso, con los helechos ya secos en esta época del año, todo húmedo y con un olor excelente. El objetivo de algunos hoy era subir la senda del Arcipreste sin poner pie a tierra, pero ninguno lo hemos conseguido. La mayoría hemos subido bastantes tramos encima de la bici, incluso algunos como NRain y yo hemos tenido un momento disfrutón intentando alternativamente ir superando pedrolos. Aún no me explico como los hay que son capaces de subirlo sin bajarse de la bici prácticamente en su totalidad. De todas formas, subir esta senda ya sea a pie, ya sea en la bici es un lujazo; es uno de los sitios más bonitos de esta zona de la sierra, al menos de los que yo conozco. Y que el jodío Arcipreste se buscaba unos caminos de órdago para ir a buscar su inspiración (femenina…).
    Tras la correspondiente reagrupación, enfilamos la bajada del cortafuegos de las torretas eléctricas para enlazar a continuación con la pista de La Molinera. Unas fotos de la bajada, unas pocas risas y algún que otro chascarrillo manchego y de nuevo sobre la bici para rodar los últimos kilómetros de la ruta. La pista de la Molinera es traicionera. Te engaña al principio regalándote una bajadita muy para gozar, te castiga sin compasión en una subida casi inesperada que lleva hasta la fuente y te deja en un bajadón con dos curvas muy peligrosas y un terreno muy suelto y resbaladizo. Curioso ha sido el comentario que me ha hecho NRain poco antes de llegar a la fuente al ver por ahí abajo a los demás compis bajando a toda velocidad por la pista; me ha dicho: “parece que han superado la curva diabólika sin más problema”. Lo que no sabíamos era lo equivocado que estaba. En la famosa curva, Charco ha hecho un recto y se ha salido, afortunadamente sin consecuencias, pero dejando a los que iban el susto en el cuerpo…la maldita curva busca víctimas continuamente. Y justo una curva más abajo Pablo ha estado a punto de hacerse un recto también…es que la pista de la Molinera es traicionera de verdad.
    Una vez bajada la pista, hemos tomado los senderos desde Los Molinos que conducen hacia la entrada del Puricelli en Cercedilla, punto final de la ruta. Una mañana genial en una estupenda compañía y que afortunadamente no hemos tenido que lamentar incidencias como las que estamos últimamente acostumbrados. Eran ya más de la una y media cuando cargábamos las bicis en los coches para que algunos de nosotros saliéramos escopetados de allí sin ni siquiera podernos plantear una pequeña opcional que por supuesto nos reservamos para la próxima. Así pues, lo dicho. La próxima más y mejor…y al ritmo que llevamos, más multitudinaria.

    Caminos del Canal

    1 de octubre de 2012


    LA CRÓNICA Las previsiones no invitaban a ir a la ruta programada. El Tres Provincias hay que hacerlo con tiempo favorable o no hacerlo. Así pues, después de ver cómo las webs meteorológicas insistían en que iba a caer la mundial, no quedó más remedio que cancelar la ruta hasta mejor ocasión y convocar casi en el límite de lo razonable una nueva salida que nos librara de ponernos hasta arriba de barro.
    Los especialistas decidieron que lo mejor era no tentar a la suerte del sábado y posponer la ruta para el domingo, y qué mejor que hacer una por los Caminos del Canal de Isabel II, ruta comodín para días lluviosos y de la que sabes que no vas a pisar prácticamente nada de barro, y es que tal y como decían las previsiones, el viernes fue extremadamente lluvioso y el sábado aunque en Madrid no llovió, por allí arriba sí que lo hizo y bastante bien.
    Ni las previsiones más halagüeñas nos hacían suponer la cantidad de coleguitas que nos juntamos. Fue abrir convocatoria en el foro, evento en facebook y dejar algún que otro mensaje en algún que otro foro, y...¡bingo!, en el punto de salida nos juntamos 23. Faltaron muchos, y de hecho a alguno se le echó especialmente de menos, pero ser 23 en la partida fue todo un triunfo.
    A las 9:00 de la mañana ya estábamos saliendo del aparcamiento de la estación de cercanías de Tres Cantos con un fresquito que más bien era frío. Yo, en mi caso, me vestí de largo ya que los antibióticos y la semana de inactividad me tenían destemplado y totalmente fuera de tono, y no era el único, que los más frioleros estaban ateridos con los 6-7 graditos que marcaba el termómetro a esa hora.
    Tras callejear un poco, enfilamos la senda al campo buscando la tapia del Soto de Viñuelas, no sin liarnos a esquivar la cantidad de charcos que se habían formado con las lluvias de los dos días anteriores. La arena acumulada se ha convertido en barro deslizante de ese que como te descuides hace te acabes con los huesos en el suelo (y yo no estoy por la labor de besar el suelo otra vez). La primera rampa que sube hacia la dehesa hace la primera criba de la mañana. Los más en forma se ponen en cabeza y además saltan de la pista hacia los senderitos de la tapia del Soto. Pocos senderos hay para disfrutar en esta ruta, pero en cuanto Diabolik, Sheol, Frailman y alguno que otro más ven un sendero, pierden todo conocimiento y se lanzan hasta el punto de llegar un momento en el que tienen que dar la vuelta para poder volver a incorporarse a la pista de nuevo. Una vez en la carretera del Canal las cosas no son diferentes. Los fuertes delante y los menos fuertes, detrás. Cabe destacar a Chani, nuestra compañera bicivoladora que aunque venía atrás con nosotros, iba como una auténtica jabata. Y es que somos pocos los que sabemos que acaba de salir de una lesión bastante chunga de una de sus piernas que la ha tenido apartada de la bici bastantes meses. Había que ver a la tía con su Rockrider de 21 velocidades dándolo todo en los malditos sube-baja del Canal. Y como contraste, nuestro amigo el “lechuzo” Valentín (Valiente para los colegas), siempre en cabeza y siempre con el plato grande, ¿tendrá estropeado el cambio?. En definitiva, que unos mejor y otros peor, íbamos poco a poco consumiendo kilómetros por las odiosas (para mi) pistas del canal. Mientras tanto, los más “cabras”, disfrutaban haciéndose offroads auténticos, sin camino y sin nada, por medio del campo, para matar su ansia. Incluso Karpov, que ha venido del camino más fuerte que el vino de Pitarra (como dice él), se atrevió a seguir la rueda de alguna alimaña...entre las que incluyo ya a Peke, que se está poniendo más fuerte que el vinagre. Las tres o cuatro paraditas de reagrupación ayudaron a los que íbamos más tocados a seguir adelante con más pena que gloria, y sobre todo a recuperar fuerzas para afrontar la subidita del las antenas que coincide con la ruta del Cañón del Guadalix.
    Allí, en las antenas, reagrupamiento general, tiempo para comer y acaparar glúcidos y foto de grupo, numeroso grupo. Y hablando de fotos: las fotos en nuestras rutas tienen un nombre: Terminal. ¡¡Qué tío!!. Se hizo con las riendas de la organización de la ruta, con las fotos, acompañando a los atrasados, reparando pinchazos. ¡¡Qué tío!! (insisto), estaba en todos los lados: ahora en cabeza haciendo fotos, ahora cerrando ayudando a algún colega rezagado...lo de Jesús es absolutamente impresionante...como he dicho en más de una ocasión; UN LUJO. Al reiniciar de nuevo la marcha, nos damos cuenta de que ha habido un pinchazo. Con la excusa de ir más fastidiados que los demás (alguno no lo iba, pero bueno), Chani, Pachi, Cymru, Amador, Nacho y un servidor arrancamos sabiendo que los demás nos darían caza en un santiamén después de reparar la rueda. Y así fue. En nada nos volvimos a reagrupar, y en nada los “cabralocas” siguieron buscando senderitos donde no los había y caminos alternativos que realmente no lo eran.
    Al poco de cruzar la carretera que une San Agustín de Guadalix con Colmenar Viejo, nos damos cuenta de que nos faltan tres compañeros. Uno de ellos había pinchado un par de kilómetros atrás y estuvimos esperando cerca de media hora hasta que afortunadamente vimos como venían ya con la rueda reparada. Lamentablemente esa parada de media hora hizo que nos quedáramos sin una opcional en la que yo hubiera estado encantado de invitar a todo el mundo por las dos cosas que había que celebrar: que no me maté el domingo anterior y por mi cumpleaños. Prometo enmendarlo en cuanto haya posibilidad. La ruta desde ese punto hasta el final se torno más dinámica y más rápida. No sé si fue la proximidad de las pistas de tierra, las vías pecuarias o los senderos que no eran tales, que la cabeza aceleró considerablemente dejando a los rezagados mucho más rezagados si cabe. Llegar a la parte baja de las pistas del canal, justo en el camino en enfila por los tubos del canal hacia los colegios y ver como salían a la izquierda los senderos paralelos a la tapia del Soto de Viñuelas y ver cómo Diabolik, Sheol, Frailman, Karpov, Peke y algún que otro compi que no conozco salìan disparados a cogerlos, fue todo uno. Mientras tanto otros sufríamos con la pestosa subida que va paralela a los tubos del canal.
    Una vez subida la cuesta, y ya en la entrada de la urbanización, algunos decidimos seguir por carril bici y otros, los mismos “cabralocas” decidieron que lo mejor era tirar por el sendero paralelo a la tapia, al menos hasta reagruparnos en la gasolinera de entrada a Tres Cantos. Y desde allí, todos ya en grupo, por carril bici, en el que estuve tentado de hacer alguna que otra foto a algún que otro biker para hacer escarnio popular (jajaja), y callejeando por Tres Cantos, acabamos llegando al aparcamiento de nuevo. La 13:00 marcaba mi reloj cuando decidimos que lo mejor era tirar cada uno para su lado y dejar la opcional para un momento mejor. Abrazos, sonrisas y muy buen rollo al despedirnos después de haber pasado juntos una magnífica mañana. De todas maneras, no está nada mal: casi 50 km y cerca de 700 de acumulado que no caerán en saco roto a la hora de preparar lo que ya si parece que es nuestro asalto definitivo al Tres Provincias la semana que viene.